Todo vuelve
Juan Gómez-Jurado – Editorial Ediciones B – Todo Vuelve
Tras 9 libros leídos de Gómez-Jurado sigo en mis trece. Son libros fáciles.
Pero, reconozco que, con éste ha cambiado algo importante. Vital. Con lo de fácil me he dado cuenta que me refiero a leerlos, no a escribirlos.
Porque éste me ha parecido el más fácil de leer pero he visto y entendido la extrema dificultad de seguir escribiendo de forma tan estructurada en cada capítulo, cada personaje y, sobre todo, en una historia con tanta complejidad, tramas y conexiones. Aunque el autor está ya desvelando que todos sus últimos 7 libros pertenecen a un mismo universo (Reina Roja), no desmerece el profundo mérito de haber conceptualizado todo previamente, o al menos, la parte suficiente para que ahora todo fluya tan limpio, tan natural.
Esta facilidad de digestión puede ser similar a la de acudir a un restaurante bueno. No de moda ni premiado. Bueno objetivamente. Bueno porque la chef es creativa, arriesgada, directa, innovadora y técnicamente deliciosa. Bueno porque cada plato es muy complejo pero se muestra fácil en la mesa y es fácil en disfrute y digestión. Así veo hoy las novelas de Gómez-Jurado. Y, como me gustaría que fuese este restaurante ficticio, éstas también son para todos los públicos.
Esta segunda novela de la tercera parte del Universo Reina Roja (la primera está compuesta por El Paciente y Cicatriz, la segunda por Reina Roja, Loba Negra y Rey Blanco y la tercera por Todo Arde y ahora por este Todo Vuelve) es transitoria. Transita entre una primera novela donde se presentan todos los nuevos personajes y una que se estará cociendo que “cerrará” este nueva trilogía y que, casi con total seguridad, desvelará muchas de las tramas abiertas todavía y conectará, todavía más, personajes y situaciones de novelas anteriores).
Casi diría que es novela gris en vez de novela negra, con permiso del autor. Hay asesinatos, tensión, drama y sorpresas en cada capítulo pero no pasa ciertas líneas para que siga siendo un súper ventas con acción trepidante, huevos de pascua escondidos o directamente a la vista de todos y lectura amena de fin de semana. No defrauda ningún personaje que, aunque arquetípico, el autor consigue hacerlos parte de nuestra familia por convertirlos en la tía, la amiga o la compañera o la vecina que nos gustaría tener. Los malos, malísimos, eso sí.
En esta ocasión, además, estos malos malísimos conviven con personajes menos arquetípicos, no adultos, para no desvelar nada, haciendo de esa tensión algo continuo que nos ata a la narración hasta que cerramos el libro al haberlo devorado, no leído, como un buen menú. Y la guinda es que querremos volver al restaurante, a pesar del empacho.