dooyoo 1999
Probablemente la etapa más intensa de mi vida. Probablemente la etapa más todo de mi vida.
Tras dejar La Caixa y (casi) todo atrás y con un «all in» en toda regla por Internet y todo lo que intuía que podía pasar en este nuevo mundo, me junto a un maravilloso grupo de soñadores que creímos exactamente eso, que podíamos cambiar el mundo.
dooyoo era algo extraordinario creado por unos alemanes donde podías escribir (y/o leer) opiniones sobre productos y servicios que hubieses usado con el objetivo de crear una comunidad donde la gente pudiese acudir y tomar mejores decisiones de compra. Esto, dicho así, rompía con todas y cada una de las lógicas que se usaban hasta ahora, donde las marcas y los canales de distribución imponían su comunicación unilateral y los consumidores «sólo» podíamos escuchar y, como mucho, compartirlo con nuestro círculo más cercano. Ahora el círculo se hacía tan grande como el mundo entero gracias a Internet. Ahora las marcas estarían obligadas a escuchar, reaccionar y hacer sus productos y servicios mejores si no querían tener a la comunidad evidenciando sus carencias y comunicándolas en tiempo real por el mundo entero. Cambio de reglas. Cambio de mundo como lo conocíamos.
Sería injusto no aderezar esta época de locura absoluta con mi recién estrenada ciudadanía madrileña. Básicamente no dejamos noche sin probar, hora sin aprovechar. Una bendita locura, como digo, de esas que, al menos yo, sabía que iban a ser irrepetibles y por tanto, aproveché al máximo.
dooyoo me dio todas las pistas de lo que iba a ser esta nueva era digital. De todo lo que iba a cambiar, obviamente me equivoqué en la velocidad y la dimensión del cambio pero hoy, tantos años después, no me equivoqué mucho. Es una era donde todo es posible para el que se atreva. Aprendí a llamar a cualquiera (literalmente), a inventarme modelos de ingreso o de relación con agencias, marcas, nuevos jugadores digitales, aprendí a que no iba a haber fronteras nunca más (dooyoo estaba en 5 países en Europa con los que hablábamos y compartíamos experiencias habitualmente), aprendí a ser curioso, atrevido, inconsciente y a las nuevas dinámicas de relación entre marcas y personas. Empecé a construir mi nueva red de contactos en este nuevo mundo.
Aprendí también lo endeble de este mundo en estos primeros años en los que se estaba definiendo el futuro. Tras la crisis de los 2000 en Internet y las atroces valoraciones e inversiones que se hicieron, dooyoo no sobrevivió. El objetivo a corto plazo fue el crecimiento desmedido de la comunidad dejando de lado los ingresos (por aquella época no era tan importante ingresar como crecer) y la venta de la compañía a alguien más grande para escalar acompañados pero no se consiguió éste segundo y por tanto en 2002 se comenzaron a liquidar países y yo me busqué otras aventuras, ya infectado con este maravilloso virus. A partir de aquí tenía ya la impronta y el sello digital en mi perfil (para lo bueno y para lo malo).