Páginas Amarillas 2004

Jorge Villabona
Jorge Villabona 15 de octubre de 2023

Una de las cosas de las que más me acuerdo, por orgullo, de este proyecto en Telefónica es de la forma de incorporarme al mismo. Aquí descubrí que los trabajos se consiguen trabajándotelos, sobre todo fuera de las entrevistas y el canal convencional de búsqueda de talento. El caso es que en mi época en Yahoo! quise incluir a Páginas Amarillas como cliente. Sobre el papel era el mejor cliente posible para incorporar como cliente en nuestro buscador: más de 300 000 pymes se incluirían de un plumazo en el mismo para llegar a todos los usuarios de Yahoo!. Lo que no intuía, ni de lejos, es la complejidad absoluta de ese acuerdo. Tanta complejidad que desde Páginas Amarillas ya estaban pensando en cómo explotar esa visibilidad de sus clientes, mayoritariamente clientes «de papel» que todavía, por sus realidades y por lo incipiente de Internet, no estaban con presencia web.

Y estaban pensando exactamente en eso, en fichar a gente que lo hiciese realidad y allí estaba yo (y algunos otros con similares casos), que se nos suponía expertos en la materia y que nos tenían completamente a tiro. Así que, tras varias reuniones en el lado de Yahoo!, me contaron el proyecto y, obviamente, me dejé querer tratando de ser lo más profesional que pude con ambas partes; con esa edad, seguro que entre poco y nada, la oportunidad era irrechazable.

Y fue en Páginas Amarillas donde me hice mayor pero demasiado rápido, la verdad.

Formé parte de un equipo de muchísimo talento que intentó «innovar y cambiar los pilares fundacionales de Páginas Amarillas dentro de un mastodonte del tamaño de Telefónica». Teníamos todas las armas a nuestra disposición (presupuesto, equipo comercial, viajes, socios a nivel mundial, interlocución al más alto nivel, y la potencia bruta de los recursos de una compañía en pleno crecimiento) y las aprovechamos.

Aprendí a negociar (sobre todo internamente), aprendí a perder (era un mocoso absoluto), aprendí a ganar (cada proyecto que hacíamos cambiaba años y años de inercia interna), aprendí a viajar y a interactuar con compañías extranjeras, estuve implicado en la creación de cosas maravillosas como un buscador de resultados locales, un proyecto de «joint-venture» con otros operadores europeos de telefonía y de resultados locales, pero sobre todo recuerdo con una sonrisa en la boca hablar de tú a tú con empresas como Google, en aquel momento todavía lejos del monstruo que es hoy en día.

Esta época marcó de alguna forma ese garante de haber hecho bien tomando la decisión de salir de San Sebastián y estoy seguro que, a mis padres, les conseguí tranquilizar un poco, aunque todavía no entendiesen bien a qué me dedicaba.

No se me olvidará que sentí, por segunda vez en mi vida, que podía cambiar el mundo desde mi pequeña trinchera y hacer que la gente accediese más fácilmente a las empresas locales que necesitaba o llegar antes a su destino (nuestro callejero era un referente total hasta que llegó Google Maps a España) o incluso crear su primera página web a decenas de miles de empresas en España y sacarles de las guías de papel que hoy suenan a chiste pero que eran parte del mobiliario de todos los hogares del mundo.

También aprendí qué es una gran corporación, dónde no querría estar nunca más, qué dinámicas no iban con mi forma de entender el trabajo o qué perfiles debía mantener lejos en todo momento. Probablemente el mejor aprendizaje estuvo aquí.

Y en la gente que conocí en esta aventura, pero esa es otra historia.

Por cierto, Páginas Amarillas fue adquirida por Yell, el operador británico, en una compra de más de 4 200M€. En este proceso salí a meterme en mi siguiente proyecto. Sorprendentemente, se deshicieron de la gente que llevábamos los proyectos más «de futuro» en la compañía. Así les fue.