Madrid Fusión y el fútbol
Es la primera vez que voy a Madrid Fusión.
Andoni Luis Aduriz, restaurante Mugaritz.
Y, con lo que me gusta comer y cocinar, era un pecado. Una cagada ahora que he ido. La verdad es que entiendo que haya gente en hostelería que no vaya. No deja de ser un “encuentro” de los de siempre dejándose ver, otros de los de siempre haciendo negocios y los menos disfrutando de ver y escuchar (y saborear) a unos y otros. Yo he sido de estos últimos.
Como un neófito en la materia he escuchado ponencias y visto elaboraciones superlativas (Aduriz de Mugaritz, Dieuveil Malonga de Meza Malonga, Massimiliano Alajmo de Le Calandre -el 3 estrellas Michelín más joven de la historia-, Oriol, Eduard y Mateu de Disfrutar, Takayoshi Watanabe de Teru Shushi, James Knappett de Kitchen Table y a David Muñoz de DiverXo) y he podido coincidir y hablar con dos a los que tenía muchas ganas: David de Jorge, Robin Food, y sobre todo, Hilario Arbelaiz de Zuberoa, restaurante que acaba de cerrar y, sin duda, uno de mis favoritos de siempre.
Y, además de disfrutarlo, he caído en la cuenta de lo que ya sabía pero se hace doloroso y evidente cuando estás en este tipo de eventos: ser ellos es un imposible. Diferente a otras disciplinas, cocinar es algo inevitable en nuestro día a día. Está presente en nuestras casas. En nuestro gasto mensual. Hasta en nuestra forma de ser. En verdad, debería decir “comer” más que cocinar dado el auge de la comida a domicilio y las infinitas posibilidades de comer sin cocinar hoy en día (y de que no a todo el mundo le gusta cocinar). Pero ahí está el quid. Los que cocinamos creemos saber de cocinar. Incluso los que sólo comen, creen saber de cocina. Como los que no hacen deporte pero ven mucho deporte.
En estos eventos (así como últimamente en muchas series y programas de cocina), te das de bruces con la exigencia máxima. Sufres con la precisión milimétrica de todo lo que hacen los chefs y ayudantes. Alucinas con el conocimiento tan profundo de ingredientes, texturas, temperaturas, combinaciones, técnicas y maquinaria necesarias para, no ya destacar, sino hacerte tu pequeño hueco en ese mundo de la cocina. Se te quitan de un plumazo las tonterías y, al menos yo, vuelvo a la casilla de salida. Reconozco que no sé absolutamente nada.
- David Muñoz usó más de 25 ingredientes, diferentes elaboraciones de algunos de ellos, y, por supuesto, algunas texturas imposibles para elaborar uno sólo de los platos de su menú actual en Diverxo que cuenta con 14 en su actuación en directo. Detalles aquí.
- Massimiliano Alajmo habló de las diferentes capas de los granos de arroz y cómo el calor ha de llegar a cada una de ellas en el momento y temperatura correctas para hacer el rissotto que hizo con hígados de sepia. Detalles aquí.
- En la serie The Bear the Disney Plus, se ve uno reducido a espectador del caos, de lo imposible, de lo inalcanzable, de donde no quieres estar.
Dimensiono correctamente mis habilidades como principiante total y miro asombrado a unos y otros desde un lugar cómodo, sin tanto reto, sin tanta presión y sin ninguna obligación de nada, casi sólo de cocinar. De que me siga gustando cocinar. De que me siga gustando mejorar en la cocina.
The Bear, serie de Disney Plus. Temporada 1, episodio 7.
Y, por supuesto, seguiré opinando de los platos que coma en un restaurante o de los cocineros y cocineras que los hagan, del precio que tengan y de si me aventuraré a copiarles o hacer algo parecido para quien quiera probarlo. Lo que no haré nunca será criticarles porque crea, de forma absolutamente desacertada, injusta y estúpida, que yo lo podría hacer mejor, como se hace en el fútbol. Desde los padres que ven a sus hijos de 8 años jugar sus primeros partidos serios y la toman con entrenadores o árbitros hasta los aficionados que critican alineaciones, entrenadores o jugadores suponiéndose mejores que ellos y las miles y miles de horas que unos y otros han pasado y sufrido intentando ser los mejores en este otro mundo. Como los que se dedican a cocinar.