Mañana en la batalla piensa en mí
Javier Marías – Editorial – Mañana en la batalla piensa en mí
Vaya libro. Vaya forma de novelar algo tan complejo como la culpa, la falta, la madurez, el engaño, la ausencia, la cercanía…
La profundidad de la prosa de Javier Marías es de una complejidad deliciosa. Uno de esos autores que te obligan a volver al principio de una frase porque no llega nunca el punto final. Pierdes el hilo, te sumerge en frases concatenadas, vuelves y relees y encuentras otro significado, otra arista, otra referencia que no viste antes. Y así en casa página.
No es sólo leer. Es entender lo que escribe. Entender por qué describe las cosas de esa forma tan descarnada, tan similar a desenvolver un regalo envuelto una y otra vez, que no sólo te obliga a quitar papel y más papel sino a llegar hasta la caja, ir retirando los papeles, abrir la caja y una vez dentro mirar alrededor para recoger todo y disfrutar del regalo que había dentro. Y así en cada página.
Víctor Francés, el protagonista, narra en primera persona su encuentro con la muerte. No la suya, la de su amante. La mujer, casi sin tiempo de ser su amante, se convierte en el hilo argumental de sus vivencias, de su nueva familia. Se convierte en algo que “fue y todavía es pero ya ni lo es ni lo será nunca”.
Narra en primera persona el cruce de vidas que nunca se deberían haber cruzado pero que, al cruzarse, permiten normalizar lo inesperado y lo incongruente y ofrecerlo al lector como posible.
Marías, en su discurso al recoger el premio Rómulo Gallegos a esta novela en 1989, explicaba de forma exquisita su sorpresa ante el éxito de las novelas desde la época del Quijote. No conseguía entender que se leyesen libros de cosas que “nunca hubiesen pasado” frente a “todo lo que existe escrito y por escribir interesante y enriquecedor que sí había pasado antes de nosotros”. Este libro es un ejemplo de cuánto aporta que alguien se tome la molestia de cruzar caminos que nunca han existido y crear situaciones que nunca existirán.